Las finanzas del negocio vs. las finanzas personales
Tras trabajar durante años en diferentes negocios, he observado una situación recurrente que ha causado el colapso de diferentes empresas, o que éstas no logren despuntar o expandirse. Cuando un dueño de una empresa está demasiado “consciente” sobre su estatus y quiere por supuesto, mostrar al mundo lo exitoso que es y lo excelente de su estándar de vida podría caer en un error esencial y muy común: Pensar en sus finanzas personales antes que en las finanzas del negocio.
Existen en mi particular opinión dos caminos a elegir al crear una empresa: El desarrollar un proyecto que nos permita disfrutar de la forma más rápida posible de las utilidades y capitalización personal para cierto nivel de vida establecido; o crear una empresa de gran alcance y expansión que trascienda más allá de nuestro entorno inmediato; un proyecto tan sólido y con un factor de expansión tan claro que podría durar varias generaciones convirtiéndose en un legado.
Los dos caminos incluyen una capitalización personal y un confort financiero como resultado. Pero aunque ambas rutas incluyan este factor, los puntos de vista sobre cómo operar el negocio en cada opción son radicalmente distintos y conllevan una disciplina muy diferente. Podemos explotar a la gallina de los huevos de oro a tal punto que nos permita vivir en nuestro tiempo de vida inmediato de forma holgada pero al cabo de unos años terminar por agotar y “reventar” a la gallina.
jamás la prisa y el estándar de vida deseado se pondrán por encima de las necesidades del negocio.Basaré mi premisa en la segunda opción ya que es la que considero la de mayor supervivencia a largo plazo y para mayor número de personas. Existen infinidad de factores para lograrlo pero el esencial y que nos compete en este momento parte del pensamiento que el dinero de la empresa, NO ES DEL DUEÑO, es de la empresa y para satisfacer las necesidades de la empresa para seguirse expandiendo.
Si uno como dueño o empresario se asigna un “salario” o un “porcentaje específico” y logra mantener la disciplina de no sucumbir a la tentación de tener más dinero de forma inmediata, entonces habrá dado el primer paso para un negocio exitoso y duradero. El dinero es de la empresa no del dueño; aunque esto pueda sonar extraño. “He pagado la renta, las nóminas y los gastos operativos; con mi “profit” compraré ese auto último modelo que tanto deseo”; suena lógico incluso deseable pero que tal pensar “bueno este profit lo voy a reinvertir en más computadoras y mejor equipo, contrataremos un par de personas más y aumentaremos la producción un 20%”. También sonaría tentador pensar “me quedaron 5 millones de pesos, compraré otro departamento” pero sería más acertado decir “tomaré 4 millones para ampliar nuestra red y poner oficinas en otro Estado, con los otros 500,000 daré bonos de producción a toda la gente que ayudó a lograr esta expansión y sólo entonces tomaré un poco para mí”. La brillantez en la ejecución y estrategia de la empresa podrá ser proporcional a que estas metas personales se alcancen en menor tiempo; pero jamás la prisa y el estándar de vida deseado se pondrán por encima de las necesidades del negocio. La regla de oro es: “Se expande el negocio, me expando yo un poco”.
Asígnate un ingreso específico y haz un presupuesto de vida. JAMÁS aumentes tu presupuesto personal si el negocio no te lo ha permitido. Primero el negocio y después, tu vida personal.
Si logramos mantener este punto de vista, la gallina nos proveerá más y por mayor tiempo teniendo la certeza de que todo nuestro trabajo y esfuerzo sobrevivirá a futuro.