Ruido en la empresa
Una empresa está conformada por seres humanos, eso es un hecho; ellos son la empresa. Como todos los grupos conformados por seres humanos, una empresa no está exenta de las diversas emociones y subterfugios que los Homo sapiens somos capaces de crear. A todos los chismes, datos no certeros, los “yo pensé”, “eso dicen todos”, “creemos que”, los llamaremos “ruido”.
Definitivamente cuando empieza a percibirse este ruido en alguna parte de la empresa (o en toda) sabemos de entrada que tenemos una baja productividad. Los individuos al ser improductivos buscarán o crearán nuevos juegos para entretenerse y uno de los que parecen muy atractivos es precisamente el generar ruido.
El ruido crónico en una empresa debe verse como lo que es: una enfermedad.Pero poniendo ese hecho a un lado ya que no es el motivo del presente escrito (pero no olvidar que el dato anterior es vital y muy efectivo a largo plazo), ¿quién no se ha visto envuelto en algún chisme o en hablar mal de otra persona? Sería prácticamente imposible ir por la vida sin incurrir alguna vez en este tipo de actividad. Pero al igual que una enfermedad, esto puede ser algo crónico o temporal. De vez en cuando algunos nos vemos invadidos por algún virus como la gripa pero ésta desaparece al cabo de unos días. En algunos casos hay personas con enfermedades crónicas que simplemente no pueden librarse de ellas.
El ruido crónico en una empresa debe verse como lo que es: una enfermedad. Una enfermedad altera el equilibrio natural de un cuerpo y acorta su supervivencia. Y el ruido es una enfermedad altamente contagiosa y debe de ser eliminada. Tomemos un ejemplo típico: el director de una empresa no estuvo presente en cierta junta del personal y algún subalterno al presentarle el “resumen “de la misma le informa: “La verdad cuando presentamos las nuevas estrategias para este trimestre el personal mostró descontento y se quejaron”.
Acto seguido, el director se preocupa, se pone a pensar qué pudo estar mal al respecto y cómo va a lograr que todo el personal esté contento, incluso lograr su perdón por haber ideado estrategias tan molestas. Suena muy estándar.
Pero, lo que este director no se pone a pensar es que, salvo que todos los individuos de la junta fueran clones o estuvieran conectados a nivel mental, realmente es poco probable que todos hayan alzado la mano al mismo tiempo y expresado su inconformidad. No, no ocurre así, lo que sucedió es que un individuo alzó la mano (asumiendo que incluso dentro de su proceder aún conservara algo de respeto y siguiera los protocolos de comando y relaciones públicas) y expresó su queja.
Acto seguido, algunos lo siguieron como ovejas y otros simplemente se quedaron callados ya que de hecho no tenían nada que decir. Para darle más sabor a su inconformismo ese sujeto muy probablemente habló en plural “no estamos de acuerdo”, “yo sé que el personal no está contento pues he escuchado las quejas” bla bla bla. El directivo en cuestión no tiene que matarse tratando de arreglar el asunto con todo el personal, sólo necesita saber quién encendió la mecha y manejarlo en consecuencia.
Si observamos las redes sociales, en general, podremos darnos cuenta que las malas noticias, los chismes y la quejas son muy atractivos para las personas. Por eso este tipo de comunicación se debe cortar de raíz.
Si todos hiciéramos este ejercicio cada vez que alguien viniera a quejarse, a hablar mal de otra persona o a traer malas noticias este ruido laboral desaparecería y podríamos dedicarnos a lo que nos compete: producir y expandir nuestra empresa.